EL
NUEVO TESTAMENTO Versión Recobro
Traducido por Living
Stream Ministry
Bosquejos, las notas de
pie de página, los diagramas y las referencias paralelas por
Witness Lee. Living
Stream Ministry, Anaheim, California
Adaptado para el Grupo de
Estudio LIDIAS
por Catalina González Pons
El estudio de la genealogía de Jesús, es un tema de
gran importancia para el pueblo cristiano. El apóstol Mateo necesita mostrarnos
los antecesores y la condición de este Rey, a fin de comprobar que El es el
sucesor legítimo al trono de David. Para testificar así, que Jesús es el Rey,
el Cristo de Dios mencionado en las profecías del Antiguo Testamento.
Por otro lado Lucas, el evangelista, nos quiere demostrar
que Jesús es un hombre cabal y normal, para esto nos muestra la genealogía de
Jesús, el hombre, a los fines de atestiguar que El satisface todos los
requisitos para ser el Salvador de la humanidad. Para comprobar así, usando la
genealogía de Jesús, que El es un hombre cabal, calificado para ser el Salvador
de la humanidad. De modo que remonta esta genealogía a Adán, la primera
generación de la humanidad. En la genealogía de Jesús presentada por Lucas, que
presenta al Señor Jesús como un hombre cabal, no se menciona el título Cristo
(Lc. 3:23- 38).
Por su parte Marcos, al darnos el registro de un
siervo, no necesita contarnos el origen de tal persona. Para revelar que Jesús
es Dios mismo, Juan tampoco necesita darnos la genealogía humana del Señor; al
contrario, declara que Cristo, como Verbo de Dios es el propio Dios que era en
el principio.
El reino, en el cual Cristo es Rey, está compuesto
por los descendientes de Abraham, que incluyen tanto a sus descendientes en la
carne como a quienes lo son por la fe. Por lo tanto, la genealogía de Cristo en Mateo comienza con Abraham, el padre del
linaje llamado, y no con Adán, el padre del linaje creado.
El reino de Dios no es edificado con el linaje creado, el de Adán, sino con el linaje llamado, el de Abraham, que
incluye a los israelitas verdaderos (Ro. 9:6-8) así como también a los que
creen en Cristo (Gá.3:7, 9, 29). En la
genealogía de Cristo presentada por Mateo, la cual demuestra que El es el Rey,
el Cristo de Dios, se menciona repetidas veces el título Cristo (vs. 1,
16-17).
Vemos que Abraham
engendró ocho hijos (Gn. 16:15; 21:2-3; 25:2). De estos ocho, solamente Isaac es contado como la simiente prometida
(Ro. 9:7- 8). Por lo tanto, Cristo es su descendiente para cumplir la promesa
que Dios les hizo a Abraham y a Isaac (Gn. 22:18; 26:4).
Isaac engendró hijos gemelos, Esaú y Jacob (Gn.
25:21-26), pero solo Jacob (Mateo 1:3-5) fue escogido por Dios (Ro. 9:10-13). Por lo tanto, Cristo
como descendiente de Jacob cumple la promesa que Dios les hizo a Abraham, a
Isaac y a Jacob (Gn. 22:18; 26:4; 28:14).
La primogenitura de la simiente prometida es la
doble porción de la tierra, el
sacerdocio y el reinado. Rubén, por ser el hijo primogénito de Jacob, debió
haber heredado la primogenitura, pero la perdió por haberse contaminado (Gn.
49:3-4; 1 Cr. 5:1-2). La doble porción
de la tierra fue dada a José a través de sus dos hijos, Manasés y Efraín
(Jos. 16 —17); el sacerdocio pasó a Leví (Dt. 33:8-10); y el reinado a Judá
(Gn. 49:10; 1 Cr. 5:2). Por lo tanto, Cristo,
el Rey del reino de Dios, es descendiente de Judá (He. 7:14), y como tal,
hereda el reino. En esta genealogía no se mencionan ni los hermanos de Isaac ni
el de Jacob, sino solamente los hermanos de Judá, pues sólo a éstos escogió Dios.
En las generaciones de Adán no se menciona ninguna
mujer (Gn. 5:1-32). Pero en esta genealogía de Cristo, hay cinco mujeres. Sólo una de estas cinco era una virgen
pura: María, descendiente del linaje escogido. Cristo nació de ella
directamente (v. 16). Entre las demás —Tamar, Rahab, Rut (v. 5) y Betsabé, la
que había sido mujer de Urías (v. 6), algunas eran gentiles, otras se habían
vuelto a casar, y tres de ellas incluso eran pecaminosas: Tamar cometió incesto;
Rahab era prostituta; y Betsabé cometió adulterio. Esto indica que Cristo no
sólo está relacionado con los judíos, sino también con los gentiles, y aun con
personas pecaminosas, y que es el Salvador real de los pecadores típicos. Tamar era nuera de Judá. Judá engendró
de ella a Fares y a Zara por incesto (Gn. 38:6-30).
Fares y Zara eran gemelos. En el momento del parto,
Zara sacó la mano, y la partera la marcó con un hilo de grana, indicando que él
sería el primogénito. Sin embargo, Fares le precedió y fue el primogénito (Gn.
38:27-30). Fares no fue escogido por el
hombre, sino que fue enviado por Dios, lo cual comprueba que Dios hizo la
elección y no el hombre.
Rahab era una prostituta de Jericó (Jos. 2:1), un
lugar que Dios había maldecido a perpetuidad (Jos. 6:26). Después de que ella
se volvió a Dios y al pueblo de Dios (Jos. 6:22-23, 25; He. 11:31) y se casó con
Salmón, un príncipe de Judá, la tribu principal (1 Cr. 2:10-11), dio a luz a Booz, un varón piadoso, del
cual precedió Cristo. Esto demuestra nuevamente que no importa cuáles sean
nuestros antecedentes, si nos volvemos a Dios y a Su pueblo y nos unimos a la
persona apropiada en el pueblo de Dios, llevaremos el fruto apropiado y
participaremos en el disfrute de la primogenitura de Cristo. Booz redimió la herencia de su pariente y se
casó con la viuda del mismo (Rt. 4:1-17). Con esto llegó a ser un grande y
notable antepasado de Cristo.
El origen de Rut fue el incesto, pues ella
pertenecía a la tribu de Moab (Rt. 1:4), fruto de la unión incestuosa que Lot
tuvo con su hija (Gn. 19:30- 38). Deuteronomio 23:3 prohibió que los moabitas
entraran en la asamblea de Jehová, hasta la décima generación. Sin embargo, Rut
no sólo fue aceptada por el Señor, sino que también llegó a ser uno de los más
importantes antepasados de Cristo, porque buscó a Dios y al pueblo de Dios (Rt.
1:15-17; 2:11-12).
Rahab, la madre de Booz, era cananea y prostituta, y
Rut, la mujer de Booz, era moabita, de origen incestuoso, y viuda. Ambas eran
gentiles y de clase baja; no obstante, ellas están asociadas con Cristo.
En Is. 11:1 se profetizó que Cristo sería “un retoño del tronco de Isaí, y un vástago
de sus raíces”. Cristo salió de Isaí. Sin embargo, Is. 11:10 dice que Cristo es la raíz de Isaí, lo cual
indica que Isaí salió de Cristo. Isaí produjo a Cristo; por estar arraigado en
Cristo, hizo que El se extendiera.
David fue el octavo hijo de su padre, y fue elegido
y ungido por Dios (1 S. 16:10-13). El número ocho significa resurrección. El hecho de que David, el octavo hijo, fue
elegido por Dios, indica que está asociado con Cristo en resurrección.
Además, era un varón conforme al corazón de Dios (1 S. 13:14) y trajo el reino
de Dios para Cristo. David fue la última generación de los patriarcas. Fue
también el primero de las generaciones de los reyes. El fue la conclusión de
una época y el principio de la siguiente. Marcó el cambio entre dos eras por
haber traído el reino de Dios y estuvo estrechamente asociado con Cristo. En
esta genealogía, sólo David es llamado “el rey”, pues por medio de él fueron
establecidos el reino y el reinado.
Cuando David cometió asesinato y adulterio, fue
reprendido por el profeta Natán, a quien Dios había enviado intencionalmente
para condenarlo (2 S. 12:1-12). Al ser condenado, David se arrepintió. El salmo
51 relata su arrepentimiento. Se arrepintió y Dios lo perdonó (2 S. 12:13).
Luego engendró a Salomón (2 S. 12:24). Por lo tanto, Salomón es el resultado de
la transgresión y del arrepentimiento del hombre junto con el perdón de Dios.
La genealogía presentada por Mateo dice que David engendró a Salomón, pero la genealogía
presentada por Lucas dice que Natán fue
hijo de David (Lc. 3:31). En 1 Cr. 3:5 vemos que Natán y Salomón eran dos
personas distintas. Lucas enumera los descendientes de Natán, el hijo de David que fue el antepasado de
María; mientras que Mateo presenta los descendientes de Salomón, el hijo de
David que fue el antepasado de José.
Una
de las genealogías es el linaje de María, la esposa; la otra es el linaje de
José, el esposo. Tanto María como José eran
descendientes de David. Por
la soberanía de Dios ellos se unieron en matrimonio, de modo que por medio de
María, José quedó indirectamente asociado con Cristo. Cristo puede ser contado
como descendiente de David tanto por linaje de Salomón como por linaje de
Natán. Por lo tanto, tiene dos
genealogías.
En realidad, Salomón no fue un antepasado directo de
Cristo. Su relación con Cristo fue indirecta, por medio del matrimonio de su
descendiente José y María, de la cual nació Cristo (v. 16). El Antiguo
Testamento no dijo que Cristo sería descendiente de Salomón, sin embargo sí
profetizó repetidas veces que Cristo
sería descendiente de David (2 S. 7:13-14; Jer. 23:5). Aunque Cristo no fue
descendiente directo de Salomón, de todos modos se cumplieron las profecías del
Antiguo Testamento acerca de Cristo como descendiente de David.
A partir de Roboam, el reino de David fue dividido
(1 R. 11:9-12; 12:1-17). De las doce tribus, una fue preservada por causa de
David (1 R. 11:13), es decir, por causa de Cristo. Cristo necesitaba el reino
que pertenecía a la casa de David, porque tenía que nacer como heredero del
trono de David. Después de dividirse, el reino de David constaba de dos partes.
La parte del norte fue llamada el reino
de Israel (un nombre universal), y estaba compuesta de las diez tribus de
Israel; la parte del sur fue llamada el
reino de Judá (un nombre local), y estaba compuesta de dos tribus, Judá y
Benjamín. Aunque el reino de Israel era más universal que el de Judá, ni un solo nombre de los reyes de Israel
fue incluido en la genealogía de Cristo. Los reyes de Israel fueron
excluidos porque no estaban asociados con Cristo. Estaban interesados en algo que no era Cristo.
En la genealogía consta que “Joram engendró a
Uzías”. Sin embargo, 1 Cr. 3:11-12 dice: “De quien fue hijo Joram, cuyo hijo
fue Ocozías, hijo del cual fue Joás, del cual fue hijo Amasías, cuyo hijo fue
Azarías” (el cual es Uzías, 2 R. 15:1, 13). Tres generaciones Ocozías, Joás
y Amasías, fueron omitidas. Esto ha de haber sido por el matrimonio maligno
de Joram con la hija que tuvieron Acab y Jezabel, lo cual corrompió a los
descendientes de Joram (2 Cr. 21:5-6; 22:1-4). Conforme al principio de Ex. 20:5, tres generaciones de los
descendientes de Joram fueron cortadas de la genealogía de Cristo.
En la genealogía consta que “Josías engendró a Jeconías”.
Sin embargo, 1 Cr. 3:15-16 dice: “los hijos de Josías ... el segundo Joacim ...
los hijos de Joacim: Jeconías su hijo”. Una generación —Joacim— fue omitida en la
genealogía de Cristo. Esto debe de haber sido porque Joacim fue hecho rey
por el faraón de Egipto, para quien recaudaba impues- tos (2 R. 23:34-35). Jeconías
no fue contado como rey en la genealogía, porque nació durante el cautiverio y
fue un cautivo (2 Cr. 36:9-10; Joaquín es Jeconías). Según la profecía de Jer.
22:28-30, ninguno de los descendientes de Jeconías heredaría el trono de David.
Si Cristo hubiera sido un descendiente directo de
Jeconías, no habría tenido derecho al
trono de David. Aunque Jer. 22:28-30 dice que todos los descendientes de
Jeconías están excluidos del trono de David, Jer. 23:5 dice que Dios levantaría a David un Renuevo, un Rey
que reinaría y prosperaría. El Renuevo es Cristo. Esta profecía confirma
que Cristo sería descendiente de David, que no era descendiente directo de
Jeconías, y que heredaría el trono de David. En esta genealogía no se mencionan
los hermanos de ninguno de los reyes. No obstante, aquí se mencionan los
hermanos de Jeconías, comprobando así que Jeconías no fue contado como rey en
esta genealogía de Cristo.
Se refiere a la deportación de los hijos de Israel
como cautivos a Babilonia. Así también en el v. 17. Aun los que fueron llevados
a Babilonia como cautivos fueron incluidos en este sagrado relato de la
genealogía de Cristo, porque tenían una relación indirecta con Cristo por medio
de María, esposa de uno de sus descendientes y madre de Jesús.
“Jeconías engendró a Salatiel; y Salatiel engendró a
Zorobabel”. Compárese este relato con el de 1 Cr. 3:17-19: “Los hijos de
Jeconías ... Salatiel
... Pedaías ... Los hijos de Pedaías: Zorobabel...”, lo cual
muestra que Zorobabel fue hijo de Pedaías, hermano de Salatiel. Zorobabel no
era hijo de Salatiel, sino sobrino, no obstante llegó a ser su heredero. Tal
vez éste fue un caso conforme al principio de Dt. 25:5-6. Aun esa porción de
Deuteronomio está relacionada con la genealogía de Cristo.
Zorobabel fue uno
de los líderes que regresaron a Jerusalén del cautiverio de Babilonia (Esd.
5:1-2). El fue también un líder en la reedificación del templo de Dios (Zac.
4:7-10). El Antiguo Testamento predijo que Cristo, como descendiente de David,
nacería en Belén (Mi. 5:2; Mt. 2:4-6). Si
el pueblo de Dios no hubiera regresado del cautiverio, no habría sido posible
que Cristo naciera en Belén. El mandato de Dios de que los cautivos
regresaran no sólo tenía como fin la reedificación del templo de Dios, sino también
hacer los preparativos para el
nacimiento de Cristo en Belén. Cristo necesitaba que algunas personas
estuvieran en el lugar apropiado para traerlo a la tierra la primera vez. Del
mismo modo, para Su segunda venida, Cristo
necesita que algunos de Su pueblo regresen del cautiverio a la vida apropiada
de iglesia.
Aquí la genealogía dice: “Jacob engendró a José”,
pero Lc. 3:23 dice: “José, hijo de Elí”. La narración de Lucas era “según la
ley” (traducción literal de “según se creía” en Lc. 3:23), lo cual indica que José no era realmente hijo de Elí, sino que según
la ley fue contado como su hijo. José
era yerno de Elí, el padre de María. Este puede haber sido un caso conforme
al principio de Nm. 27:1-8 y 36:1-12, donde el precepto hecho por Dios dice que
si alguna familia sólo tenía hijas por herederas, la herencia debía pasar a las
hijas, las cuales a su vez debían
casarse con un hombre de su propia tribu, a fin de que la herencia quedara
dentro de esa tribu. Incluso tal precepto del Antiguo Testamento está
relacionado con la genealogía de Cristo, lo cual muestra que toda la Escritura
es una narración acerca de Cristo.
Al llegar a este punto, esta genealogía no dice:
“José engendró a Jesús”, lo cual concordaría con lo dicho acerca de las
personas anteriores; más bien dice: “José, marido de María, de la cual nació Jesús”. Jesús nació de
María, no de José, ya que fue profetizado que Cristo sería la simiente de la
mujer y nacería de una virgen (Gn. 3:15; Is. 7:14). Cristo no podía haber
nacido de José, porque José era hombre y
era descendiente de Jeconías, cuyos descendientes no podían heredar el trono de
David (Jer. 22:28- 30). En cambio María era virgen y era descendiente de
David (Lc. 1:27, 31- 32); como tal, era la persona apropiada de quien debía
nacer Cristo. El matrimonio de José y
María relacionó a José con Cristo, y unió en un solo linaje las dos líneas
genealógicas de Cristo para que Cristo viniera.
La genealogía de Jesucristo comienza
con Dios y llega a Jesús. Va de Dios a Adán, de Adán a Abraham, de Abraham
pasa por Isaac y Jacob, y llega a David. Después de David, se divide en dos
líneas, la primera de las cuales va de Natán a María, y la segunda, de Salomón
a José. Finalmente, estas dos líneas se
unen con el matrimonio de María y José para que Jesucristo viniera. Por tanto,
Cristo aparentemente era descendiente de Jeconías, quien parecía estar en la
línea de la familia real; en realidad, Cristo no descendía de Jeconías, el
antepasado de José, sino de David, el antepasado de María, y por esto estaba
calificado para heredar el trono de David.


Abraham, David y María fueron las tres personas
cruciales en producir a Cristo. Abraham
representa una vida por fe; David representa una vida que está bajo la
operación de la cruz; y María representa una vida absolutamente entregada al
Señor. Por medio de estas tres clases de vidas Cristo fue introducido en la
humanidad.
El nombre Cristo se recalca aquí para
comprobar que Jesús es el propio Mesías (el Cristo) profetizado en el Antiguo
Testamento.
Esta
genealogía está dividida en tres períodos: (1) desde Abraham hasta David, catorce generaciones, la era anterior
al establecimiento del reino; (2) desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones, la era del
reino; (3) desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, también catorce generaciones, la era
posterior a la caída del reino.
David es el fin de las generaciones de los
patriarcas y el principio de las generaciones de los reyes. El fue la persona
utilizada por Dios como la marca divisoria que concluiría la sección de los
patriarcas y comenzaría la sección de los reyes.
La
narración de Lucas comienza con Jesús y se remonta a Dios. La de Mateo comienza
con Abraham y llega a Cristo. La crónica de Lucas se remonta a Dios; la de
Mateo va en dirección opuesta hasta llegar a Cristo.
Todas las generaciones estaban dirigidas hacia Cristo
y trajeron a Cristo. Cristo es la meta, la consumación, la conclusión, el
completamiento y la perfección de todas las generaciones; como tal, El cumple
las profecías. Aunque Cristo nació de María (v. 16), era hijo del Espíritu
Santo. El nacimiento de Cristo procedió directamente del Espíritu Santo (v.
20). Su fuente fue el Espíritu Santo y Su elemento era divino. Por medio de la
virgen María, El se vistió de carne y sangre, la naturaleza humana, tomando la
semejanza de la carne (Ro. 8:3), la semejanza de los hombres (Fil. 2:7).
Realizada la concepción, El nació con la naturaleza
humana, para ser un Dios-hombre, y así poseer tanto la divinidad como la
humanidad. Este es el origen de Cristo. Lit, proveniente de Jesús es el
equivalente en el griego del nombre hebreo Josué (Nm. 13:16), el cual
significa Jehová el Salvador o la salvación de Jehová. Por lo
tanto, Jesús no sólo es un hombre, sino Jehová, y no sólo Jehová, sino Jehová
como nuestra salvación. Así que, El es nuestro Salvador. Aquel que nos
introduce en el reposo (He. 4:8; Mt. 11:28-29).
Este hijo, el hijo de la virgen, es la simiente de
la mujer, de la que se profetizó en Gn. 3:15. Jesús fue el nombre que Dios le
dio, mientras que Emanuel, que significa Dios con nosotros, fue como los
hombres le llamaron. Jesús el Salvador es Dios con nosotros. El es Dios y también
es Dios encarnado para morar entre nosotros (Jn. 1:14).
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