domingo, 8 de abril de 2012




LA TENTACION Y LA SALIDA BIBLICA

Hna. Catalina González Pons

INTRODUCCION
Siendo el presente trabajo un intento de  estudiar el tema de la tentación y los recursos que nos proporciona la Palabra de Dios para salir airosos de su asedio y seducción, hemos querido partir de la premisa de que todo cristiano puede distinguir entre las situaciones de tentación y aquellas en las que nuestra fe es sometida a pruebas de parte del Señor.  Es por ello que iniciaremos el tratado, refiriéndonos a lo que la Biblia dice, sobre ambas situaciones.

Las pruebas: Con ellas se prueba el carácter del cristiano y tienen la finalidad de acercarnos a Dios. Las pruebas refirman la fe y provienen de Dios. 1 Ped. 1:6-7,   Sant. 1:2-4  

Las tentaciones: Tienen el propósito de seducirnos, hacernos pecar y separarnos de Dios. Proceden de satanás y de nuestra propia concupiscencia. Sant 1:14-15, Mat 4:1; 1 Tes. 3:5 Debemos estar plenamente seguros de que Dios no tienta a nadie, su Palabra lo dice muy clara y directamente, muy por el contrario, nos ha dado recursos para no caer en ellas. En Sant.1:13, la Palabra de Dios nos dice, que Dios no tienta a nadie y que tampoco El es tentado por el mal, en ambas áreas Dios está en control de todo, porque El es el Todopoderoso.

¿Pero no hemos visto como el diablo tentó 3 veces a Jesús nuestro Señor? Ciertamente de esto nos habla la Biblia en Mt 4:1-11 y en los capítulos paralelos de los evangelios de Lucas y Marcos; pero para entender porque Jesús fue tentado, debemos referirnos a Fil 2: 6, donde el apóstol Pablo nos dice que Jesús, siendo en forma de Dios, se despojó de su condición divina, tomando forma de siervo y fue hecho semejante a los hombres, abriendo así la posibilidad de que pudiera ser tentado, aunque nunca pecó.

En esto precisamente se fundamenta el gran recurso que tenemos los creyentes, el gran privilegio de contar con un mediador, un intercesor, un sacerdote que nos entiende, que se compadece de nuestras debilidades, porque las sufrió en carne propia y que aboga por nosotros ante Dios Padre, (Heb 4:15), habiendo sido además, nuestro sustituto en la expiación por nuestros pecados, y quien se apropió de la pena que merecía el pueblo por sus pecados para que pudiéramos ser salvos  Heb 2:17, 1 Cor. 10:13.
 

El caso de Job es un ejemplo claro de este dilema y de cómo el Señor tiene control sobre todas las cosas.  Veamos Job 1:6- 12  donde Jehová reta a Satanás por ante  la integridad de su amigo Job  y el maligno se dispone a demostrar que sin la protección y bendición de Dios, éste caería a la tentación. Las tentaciones afloran de nuestra propia concupiscencia y nos atraen y seducen, dando a luz al pecado, el cual nos lleva a la muerte. Sant 1:14-15 Aunque Satanás es el tentador, las tentaciones provienen de la influencia que éste ejerce sobre nuestra propia naturaleza humana pecaminosa y caída, desde nuestros primeros padres, Adán y Eva. El diablo conoce nuestra vida anterior, nuestras preferencias humanas, la debilidad de nuestra carne y va directo a recordárnoslo cada vez que tiene ocasión.

Los cristianos verdaderos podemos vencer las tentaciones porque en primer lugar Jesucristo es nuestro ejemplo. Jesús venció las tentaciones y al Diablo. La escritura enfatiza que Dios está con nosotros para socorrernos en la necesidad. 1 Cor 10:13  Debemos estar preparados para soportar toda tentación, porque el Diablo va a perseguirnos siempre en nuestra vida cristiana, tratando de hacernos volver al estilo de vida mundana del cual hemos sido libertados. Tener en cuenta, además, que las tentaciones pueden ocurrir en todas partes, por más seguros que creamos estar. Sant. 4: 4:7 y 1 Ped. 5:8, Por último es preciso  que entendamos, que  ser tentado no es pecado, que incluso puede ser una bendición espiritual pues cada vez que no cedemos a la tentación estamos demostrando nuestra firmeza, nuestra fe y nuestro amor a Dios y a sus propósitos. El pecado consiste en ceder a la tentación y la separación de Dios es practicar el pecado.

DESARROLLO

LA ACTUACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Iniciamos este estudio resaltando la actuación del Espíritu Santo en los sucesos previos a la tentación de Jesús, durante y después de Su bautismo. Cuando fue bautizado fue ungido con el Espíritu Santo, que vino sobre Jesús en forma de paloma y se oyó una voz del cielo que dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”(Mateo 3:16-17). Tanto el bautismo de Jesús como las tentaciones aparecen juntos en los Evangelios sinópticos, como dos partes de un mismo hecho, y en ellos vemos como es el mismo Espíritu Santo quien lleva a Jesús al desierto para ayunar por 40 días. (Mt 4:1, Lc 4:1). Así mismo, su regreso a Galilea es guiado por el Espíritu Santo, quedando muy evidente Su participación en estos hechos. Durante todos estos acontecimientos Jesús se encontraba bajo los cuidados del Espíritu, sin embargo fueron momentos de grandes pruebas y sufrimientos, 1Ped 5:8, lo que representa una gran lección para el cristiano que quiere andar en los caminos del Señor, es una muestra de que como creyentes no nos espera una vida fácil, sino una vida en la que experimentamos los ataques del diablo, pero de  la que siempre podemos salir airosos, vencedores ante estos ataques. En Hech 14:22 Lucas el evangelista nos narra como el apóstol Pablo,  confirmando el ánimo de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe les  dice: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Hech 14:22

EL MOMENTO DE LAS TENTACIONES
Nuevamente tenemos que vincular tres hechos extraordinarios ocurridos antes de iniciarse el año de popularidad del Señor, su vida pública. Su bautismo, con el cual se identifica con el hombre pecador y con el que realiza un acto de obediencia al Padre. La unción del Espíritu Santo y la declaración que hace pública la voz divina del Padre: “Tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia”.  Esto nos lleva a colegir que las tentaciones no estaban orientadas a entorpecer la forma en que Jesús cumpliría su ministerio o su misión, sino enturbiar Su relación y comunión perfecta con El Padre, porque ésta comunión y relación sería vital para llevar a cabo Su tarea mesiánica y redentora. Satanás aparece intentando impedir el Ministerio de Jesús, apelando primeramente, a la duda sobre Su condición Divina. De esta manera se hace muy evidente el nexo entre el bautismo de Jesús, la declaración que hace la voz del Padre sobre la naturaleza Divina del Señor Jesús y la tentación de satanás, Mt 3:17. Esta declaración es utilizada luego por Satanás para tentar a Jesús.

En dos de las tentaciones, éste se dirige al Señor diciendo: “Si eres hijo de Dios” y la gran sutileza del diablo está en que engañosamente insta a Jesús a hacer  un milagro aparentemente justo, Mt 4; un milagro, que de no significar que haría algo para satisfacción de Si mismo, para Su propio beneficio, no tendría ninguna dificultad para Jesús, pero que sí pondría en cuestionamiento, la naturaleza humana de Jesucristo, Su condición de humano, ya que le hubiésemos visto utilizar Su Poder Divino, para no tener que afrontar las necesidades y carencias propias del ser humano común.  De esta manera, Su vida en la tierra habría sido más fácil que la nuestra.

Si vemos el primer milagro hecho por Jesús en la bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino para suplir una necesidad de otros, o estudiamos la forma en que Jesús usa su Poder para mitigar el hambre de una multitud de más de cinco mil personas, podemos apreciar que esto era totalmente posible. Tampoco hubiese sido un pecado, ya que El mismo enseñó a sus discípulos a orar pidiendo “el pan de cada día “, pero nuestro Señor, a pesar de estar sin probar alimento por cuarenta días, no cayó en la tentación.

En la segunda tentación satanás insiste en quebrantar la perfecta armonía entre la naturaleza Divina y humana de Jesús. Incita a Jesús a que se arroje de la parte alta del pináculo del templo, de modo que pudiera demostrar sus condiciones divinas, Mt 4:5-7. El pináculo era el punto más alto del templo de Herodes el Grande, y era considerado por los judíos como el sitio donde el Mesías aparecería para mostrar su poder, de modo que satanás lo usaba para tentarle en Su orgullo, para tentarle a realizar una acción con la que ganaría prestigio, haciendo un espectáculo impresionante. Al igual que con la tentación anterior, el Señor fue tentado para que usara el poder divino en su propio favor, fue tentado “como hijo de Dios.” Pero Jesús demostró en esos momentos y en los milagros que hizo después, que no le interesaba la publicidad, no deseaba demostrar su poder, por lo que en muchas oportunidades pidió silencio a los enfermos que sanaba, porque no quería llamar la atención.

Como tercer intento ocurre la tentación en el monte, donde satanás, en un alarde de poder por la posesión del mundo, se lo muestra a Jesús ofreciéndoselo a cambio de que le adore Mt 4:8 . Satanás no había podido lograr que Jesús usara el Poder de Dios en su beneficio,  pero tenía aún sus posesiones para intentar atraerle. Si Jesús hubiera procurado poder de este mundo sin contar con el Padre y contando con lo que satanás le ofrecía, hubiese coincidido con lo esperado por los judíos, un rey poderoso en la tierra, pero habría estado muy distante de los propósitos de Su venida. Habría preferido al diablo antes que a Dios Padre. Diariamente satanás nos coloca en esta disyuntiva, nos presenta un conflicto de intereses, donde el cristiano debe escoger a Dios, y sólo puede hacerlo si es capaz de diferenciar lo que es de cada uno y si lo hace huyendo del mal, nunca enfrentándolo.

DONDE OCURRE TODO ESTO?
Mateo 4:1-11
La primera tentación ocurre en el desierto, lugar naturalmente desprovisto de recursos, propicio para que fuera tentado por el alimento. Luego el Señor fue llevado a dos lugares claves, la ciudad de Jerusalén, orgullo de los judíos y  al templo que era una de las maravillas del mundo de aquella época y luego en la tercera oportunidad, es llevado a un monte alto, donde Marcos dice que “estaba con las fierasMar. 1:13.

En ocasión de la tentación en el templo, también quería satanás destruir el perfecto equilibrio de la encarnación, provocando que Jesús hiciera alarde de sus poderes divinos, pero la humildad es precisamente el atributo del que Jesús hace gala al hacerse hombre, siervo y obediente . Fil 2: 6-8.   Cristo llevó la decisión de no usar su poder Divino hasta las últimas consecuencias, la muerte en cruz. De modo que otra vez vemos que el poder  del diablo “es limitado”, sabe muy bien cual es la tentación en la que podemos caer, sabe muy bien en el lugar que nos tienta, pero no puede hacerlo si nos mantenemos firmes en la fe. Satanás no arroja a nuestro Señor, porque no puede, no tiene el pode y así mismo pasa cuando nos tienta a nosotros, puede persuadirnos pero no arrojarnos al pecado.

Como última ocasión de ser tentado por satanás, El Señor es llevado a un monte alto, donde  el diablo le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Pero sabemos que Jesús vino para establecer un reino diferente a los reinos de este mundo, un reino espiritual que es la iglesia, como fue profetizado por el profeta Daniel. Daniel 2:44.  Tal y como Jesús les dice a sus discípulos, y en especial a Pedro, que el Hades no prevalecerá contra Su iglesiaMt 16:18.

Satanás no pudo tentarlo y tampoco logró que le adorara, pero es bueno hacer notar que cualquier forma indebida de establecer Su reino, sería una forma de adoración a satanás. En cierto sentido, la exigencia de satanás de que Jesús le adorara, resume en si misma todas las demás tentaciones, eso es lo que procura siempre el diablo, solo que esta vez se pone al descubierto, revelando sus reales intenciones.  ¿Caemos nosotros postrados ante el influjo engañoso de satanás por no saber diferenciar su reino del Reino de Dios?, ¿Pueden las alternativas fáciles, las riquezas rápidas, los puestos de poder atraernos hasta no importar lo que hacemos para alcanzarlos?


AREAS EN QUE SE DA LA TENTACION

Hemos estado estudiando el conflicto entre carne y espíritu que afrontamos ante la tentación, entre la decisión de ser obediente y hacer la voluntad de Dios o desobedecer y decidir seguir los deseos del Diablo. Y lo hemos estado viendo bajo la luz de las tentaciones hechas a nuestro Señor. No obstante, debemos profundizar un poco más para descubrir que satanás también procura tocar diferentes aspectos de nuestra persona, nuestro carácter, de nuestro espíritu, pero también de nuestra carne, de nuestro amor por el mundo. De esta manera trata de estimular tres áreas bien descritas en la Palabra de Dios. Que ejemplarizamos con 2 pasajes bíblicos, que invitamos a leer. Génesis 3: 1-9; y Mateo 4:1-11;
El apóstol Juan en su primera carta nos advierte sobre los peligros que representan ojos, la carne y el mundo (1ra Juan 2:16-17), y son esas áreas, las que persigue estimular satanás con la tentación. En la Palabra de Dios, vemos diferentes casos en los que podemos diferenciar muy bien estas áreas de influjo, a veces incluso como una secuencia de eventos que van precediendo o acompañando el pecado.  Y es que a través de los deseos de los ojos, nos llegan estímulos externos, podemos apreciar y admirar lo que es agradable a ellos, como un paso previo a que se produzcan otras reacciones en nuestro organismo, en nuestro ser y llevarnos de un pecado a otro.

Hemos visto anteriormente que satanás conoce las debilidades de cada uno de nosotros, que las usa como trampa para engañarnos y hacernos caer; la Biblia nos advierte para que no vivamos la vida que antes teníamos, siendo hijos de ira por nuestros pecados. Y es que en nuestra vida sin Cristo, todos hemos sido manejados por satanás y por nuestra concupiscencia. (Efesios 2:3), hemos sido dominados por los deseos de la carne, es decir, por aquello que es codiciable para tenerlo, comerlo, o aquello que al poseerlo nos produce placer. Esto hace muy difícil, que podamos vencer las tentaciones de la carne a menos que hagamos una total entrega al Señor (Gálatas 5:24),  que tengamos la voluntad de obedecer su Palabra y de vivir una vida plena en el Espíritu. (Gálatas 5:25) .


 La vanagloria de la vida es la tercera de las áreas por las que satanás nos ataca, el sabe que es muy fácil confundir nuestros intereses, con los del reino de Dios. Sin darnos cuenta podemos caer en el pecado de orgullo, de vanidad, al tratar de impresionar a los demás, podemos vanagloriarnos al utilizar nuestros dones para gloria personal, caer en una verdadera egolatría. 

Esto no ocurre solo a los nuevos creyentes, como reminiscencia del viejo hombre amador de si mismo, por el contrario, ocurre con mucha frecuencia a cristianos con posiciones de responsabilidad en las iglesias, quienes, como les ocurrió a los fariseos, se hacen vulnerables a los ataques del diablo y se llenan de “orgullo espiritual”, de vanagloria o  gloria vacía, haciendo suya la gloria que solo debe corresponder a nuestro Señor.

Jesús siempre dio prioridad a lo espiritual frente a lo material, un ejemplo podemos verlo en la forma que manejó la situación en Mt 9:1-7, en el episodio del hombre paralítico, cuando Jesús satisfizo la necesidades físicas de aquel hombre, solo después de satisfacer su necesidad espiritual, de perdón de sus pecados. Así mismo, los cristianos debemos dar prioridad a lo espiritual en nuestros Ministerios cristianos respecto de las obras de caridad y a la asistencia social.  Es sumamente fácil que ocurra lo contrario y que nos inclinemos a estas obras, que además resultan más espectaculares y atractivas, pero la exhortación y el ejemplo de Jesús están muy claros,  debemos preocuparnos tanto por las necesidades espirituales de  los demás, como por las físicas ya que “ambas actividades provienen del profundo y equilibrado amor de Cristo”.


RECURSOS PARA VENCER LA TENTACION

El Señor nos ilustra de manera exhaustiva, cómo conociendo la escrituras, podremos utilizarlas para vencer las acechanzas del diablo. Ellas nos proporcionan los elementos necesarios para ser más que vencedores en las distintas situaciones que el diablo taimadamente escoge para tentarnos.  El Señor Jesús quería que Sus discípulos entendieran cómo seria establecida su iglesia y que su venida no había sido para restaurar el reino material de Israel. Solamente se necesitaba que los apóstoles llegaran a entender las profecías de las escrituras. (Luc.  9:45; Juan 20:9)Que entendieran además, que las armas poderosas para establecer Su reino y la manera en que sus siervos habrían de vivir en él serían completamente espirituales,(2 Cor. 6:7; 2 Cor 10:4).

Lo mismo espera de los creyentes de hoy. Lo primero que ocurre a un creyente fiel y conocedor de la Palabra de Dios cuando es tentado por satanás, es que recuerda aquella porción que ha de ayudarle a evitar la caída. El Salmista dijo, "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Salmo 119:11). Cuando la Palabra de Dios llega a ser una parte integral en la vida del creyente, le fortalece contra el poder que posee la tentación. La fe no fingida es traída a la memoria  del justo, dándole los argumentos y la fortaleza espiritual para rechazar la tentación (2 Tim. 1:5;  Prov 10:7) , para tener confianza en que no resbalará jamás (Sal 112:6).

Claro que el simple hecho de citar la Palabra de Dios no nos dará la victoria sobre la tentación. La Palabra puede ser usada incluso equivocadamente, como hizo satanás al tentar a Jesús, tergiversándola para apoyar sus propios argumentos, sacándola de contexto. (Mt 4:4)

Tenemos ejemplos bíblicos en que las Escrituras eran tergiversadas por religiosos, como los saduceos, que negaban la verdad de la resurrección (Mt 22:23, Gal 2:11-14 ), y los fariseos que le agregaban  falsas enseñanzas y dogmas. Hoy día también existen sectas que sólo utilizan las partes de la Biblia que les convienen para sus fines. Pero el uso apropiado y oportuno de la Palabra, nos lo enseña Jesucristo en el desierto,  (Mateo 4:1-11 , Marcos 1: 12-13 y Lucas 4:1-13) cuando dejando actuar al Espíritu Santo, responde negativamente al pecado trayendo la porción de las Escrituras usando la Palabra de Dios como la espada del Espíritu. (Ef 6:17. Luc 4:18)  

En las  Escrituras podemos encontrar también ejemplos de personajes bíblicos, quienes hallándose en peligro de pecar, pudieron vencer las tentaciones y salir airosos de distintas situaciones. Es el caso de José y la mujer del Faraón.(Gen. 39:7-9) quien no logró seducirle a pecar contra Dios. Otros como el rey David, que confesaron sus pecados cuando cedieron ante la tentación (Salmo 38:18) y finalmente otros fueron advertidos a huir de la tentación y la concupiscencia, como fue instruido Timoteo por el apóstol Pablo, en sus cartas (1 Tim. 6:11; 2 Tim. 2:22).

Los cristianos hemos recibido la fortaleza del Espíritu de Dios (Efe. 3:16) para poder mantenernos sin pecar, pero además, se nos han dado herramientas para prepararnos ante la tentación (Luc 22:40). La Biblia nos dice que debemos vigilar y orar.  (Mt. 26, 41). Vigilar consiste en alejarnos de las ocasiones peligrosas que sabemos nos pueden inducir al pecado, apartarnos del mal. No jugar o coquetear con satanás porque el es sabio, (Job 28:28) . Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia. Reconocer que esta lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra fuerzas sobre-humanas y huir de ella, no enfrentarla y como bien nos describe Pablo en (Ef. 6, 11-18) apropiarnos y armarnos con la armadura del cristiano, que cuenta con todos los elementos necesarios para ser vencedores en la batalla espiritual contra el pecado.
Pero hay ocasiones en que la tentación no se aparta definitivamente después de haberla rechazado y en las que el Demonio ataca con gran insistencia. Esto no debe ser motivo de desanimo. Esa insistencia diabólica es una evidencia de que no hemos sucumbido ante la tentación. Ante estas situaciones hay que redoblar la oración y la vigilancia. Esta lucha, permitida por Dios, es una especie de ejercicio espiritual que fortalece al alma, Si rechaza la tentación una y otra vez, el Demonio terminará por alejarse, hasta que encuentre otro motivo u otro momento oportuno para volver a tentar, “Habiendo agotado todas las formas de tentación, el Diablo se alejó de El, para volver en el momento oportuno” (Lc. 4: 13).
CONCLUSION
Quisiera concluir apelando a este hermoso versículo que incluyó el apóstol Pablo en su carta a los filipenses, donde nos exhorta a que decidamos a hacer lo bueno o lo correcto. Fil. 4:8. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. No que considere que solos podamos lograrlo, por el simple hecho de desearlo y decidirlo, sino que, reconociendo que separados de Cristo nada podemos hacer, (Juan 15:5)  nos agarremos firmemente de la rama principal que es Cristo, que nos nutre y vitaliza, como pámpanos que han de dar frutos y salgamos victoriosos ante las tentaciones, sabiendo que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13)




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